El reto fundamental al que se enfrenta esta investigación es el de medir el impacto del cambio global sobre los ecosistemas mediterráneos.
Los ecosistemas mediterráneos presentan unas características que los hacen particularmente interesantes. Son un foco de biodiversidad que resulta de su historia biogeográfica. Se encuentran en regiones con un clima peculiar, en el que coincide una época seca con el máximo estacional de temperaturas. Además, sufren un régimen de perturbaciones asociado al clima y los incendios que se ha visto profundamente alterado por la intervención humana. Concretamente, en la cuenca Mediterránea, la acción humana ha modelado profundamente los ecosistemas a lo largo de su historia reciente. Sus ecosistemas son, por tanto, un referente de los efectos del cambio global en cuanto a las transformaciones de los usos del suelo, los ciclos biogeoquímicos y la distribución de la biota. Climáticamente se sitúan en la transición entre las regiones áridas subtropicales y las templadas húmedas, y los escenarios de cambio climático indican una clara tendencia a mayor aridez. El CREAF ha estudiado estos ecosistemas desde su inicio por su valor ecológico y por su proximidad a este entorno. Por ello, muchos sistemas de estudio de sus líneas de investigación corresponden a este ámbito geográfico. El reto fundamental al que se enfrenta esta investigación es el de medir el impacto del cambio global sobre los ecosistemas mediterráneos valorando las múltiples interacciones que se dan entre el clima, los seres vivos, los incendios o la actividad humana y teniendo en cuenta su historia evolutiva.
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